Me encanta esta estación del año.
Significa un cambio en el ciclo de mi vida, un nuevo comienzo, un nuevo curso,
nuevas emociones y experiencias por vivir.
El invierno me depura después de los meses de calor, me limpia,y no sólo metafóricamente: esa sensación de salir a la calle y percibir el frío en mi cara, respirar ese aire helado que por momentos, incluso en el centro de Barcelona, parece puro... es algo indescriptible.
El olor a humedad que tanto me recuerda al pueblo de mis abuelos...
A menudo, en esta época del año, en la calle percibo ese olor a brasa, y me paro a olerlo, a aspirarlo hasta que desaparece, porque es único.
La nieve... sí, simplemente es algo mágico, algo que sólo aparece ante nosotros en las más crudas condiciones, con ese color que destaca su pureza. Cuando la toco me estremezco de arriba a abajo... No tengo palabras para describir una sensación indescriptible, es algo que se siente y no se puede explicar.
Además, ya se sabe lo bien que se siente uno atrincherándose en casa mientras se tiene una taza de chocolate caliente entre las manos, una buena compañía y algo interesante que ver en la televisión.
Son cosas que en el resto del año no hacemos, durante las cuales nos sentimos aunque sea algo afortunados, porque como ya se sabe, el placer y la felicidad se encuentran en las pequeñas cosas de la vida.
